COMO LAS RAMAS PÉNDULAS DEL SAZ




Cual poderoso imán, la remembranza
me tiene a tus encantos adherido;
mi espíritu se encuentra seducido…
en mi nostalgia ¡tu recuerdo danza!

Carácter es del tiempo su mudanza...
¡tu cambio fuese de común sentido!,
mas no sucede, porque no te olvido,
¡ni en remolino ni en corriente mansa!

¡Pretéritos los hechos de la historia!;
empero, tú presente en mi memoria,
sin duda constituyes la excepción,

pues como en su momento de auge y gloria,
¡en esta inextinguible llama ustoria
se quema día y noche el corazón!...

en fuego del amor que nunca cesa;
en el amor que es base de la pira;
¡en ese amor!, el plectro que a mi lira
arranca endecasílabos que veza,

sin eludir la explícita tristeza
del rostro que en tus ojos no se mira.
Mi psique melancólica suspira,
y en experiencia onírica te besa.

¡Mi piel, en la canícula de agosto,
hidrópica te busca en el regosto
del número que ansíase bisar!

La vida se tornó camino angosto;
¡marasmo, sin tu amor, es alto costo!
Mi tacto siento fútil sin palpar

al tuyo en el concúbito sublime,
donde el venéreo gozo lo divino
nos hace imaginar, báquico vino,
cuyo epicúreo efecto nos exime

de cargas, ¡ilusión que nos redime
del peso del mismísimo destino!
Endechas canta el corazón cetrino…
pues... ¿preterir tu ausencia?, ¿cómo!, ¡dime!;

¡si tú, mi luz, la intrínseca leticia!,
¿no he de inclinar, mi verso, a la mesticia,
como las ramas péndulas del saz?;

si tu maniega y mórbida caricia,
que fue placer… ¡elevación elisia!,
¡hoy es quimera… proyección fugaz!

FRANCO ZAFIR
Derechos Reservados

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